domingo, 28 de septiembre de 2014

Convivencia

El terror de despertarse
sabiéndose poseído
por algún poder oscuro e
iracundo,
que nace desde el centro mismo
de la espalda.
Para estallar.

Agitado,
necesito un exorcismo,
la certeza
de que ante
el momento crítico
mis decisiones
sean mías
y no la voluntad
del demonio que encierro
y que quiere controlar
mi hacer.

Me pregunto
si es mi sombra
si son mis miedos
si es lo que no acepto
o si es un espíritu externo
que como un cúmulo de bacterias
llegó para colonizar
e inflamar todo a su paso.

Ya no encuentro consuelo
en las sesiones de espiritismo
en las meditaciones
entre sahumerios
en las regiones descampadas.

Todo lo que hago
es mantenerme lejos de las
provocaciones
porque sé, que alimentada por la
furia,
mi espalda comienza a arder
y todo es posible.

Una convivencia forzada
sin posibilidad de comunicación
entre los residentes
que se chocan
deambulando por el comedor
siendo sólo uno
el que puede de momento
estar en la situación,
relegando al otro.

Sólo quiero lo que es mío
sólo quiero mi cuerpo
sólo me quiero a mí.

Ricardo Baviera

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